Adoratrices divinas
Durante medio siglo, desde el 1000 a.C. hasta la invasión persa del año 525 a.C.,
gobernó la ciudad deTebas una dinastía de mujeres, las adoratrices divinas,
sacerdotisas iniciadas en los misterios deAmón a las que el faraón había
concedido un poder espiritual y temporal sobre la principal ciudad santa
delAlto Egipto. Para comprender la naturaleza de este acontecimiento debemos remontarnos a la institución de la esposa del dios. Todas las reinas ejercían esta función, pero fue una en particular, Imeret-nebes, la que llevó por primera vez de manera oficial este título. Una estatuilla fechada en elImperio Medio, y actualmente conservada en el Museo de Leiden, la muestra con un ceñido vestido transparente y calzada con sandalias doradas; los brazos pegados al cuerpo, sus dedos eran finos y largos, el pecho erguido, los senos redondos y la cintura muy fina. Va tocada con una peluca fija y lleva los ojos maquillados, y aparece sonriente. El señor que la desea es el dios que quiere expresar su poder de creación, que ella debe apaciguar para transformarlo en benéfico. La reinaAhmosis-Nefertari creó el dominio temporal de la esposa del dios, al que se le asignaron tierras y un personal que incluía un intendente, escribas, un jefe de graneros, artesanos y campesinos. Entre las más célebres esposas del dios, que no tenían que pertenecer forzosamente a la familia real, figuranHatshepsut yTwosre, futuras mujeres de faraones. En su condición de instrumentistas, sabían manipular las energías vibratorias, alegrar a la divinidad y hacerla propicia. Llenaban el santuario de maravillosos aromas y cantaban con una voz sosegante, reservada a los oídos de la divinidad. Un bloque de la capilla roja deHatshepsut nos descubre un extraño rito. Un sacerdote, portador del título de padre divino, alcanza una antorcha a la esposa del dios, que ella emplea para encender un brasero. Luego, el mismo sacerdote le ofrece una especie de broche en el que hay punteado un abanico donde figura una imagen representando al enemigo, el desorden, el mal. La esposa del dios arroja esta imagen al brasero. Tras purificarse en un estanque antes de entrar en el templo, la esposa del dios lo llamaba a manifestarse, velaba por el suministro de tejidos sagrados y participaba en el mantenimiento de la armonía entre el cielo y la tierra. Durante la segunda mitad del siglo XI a.C., una nueva institución, la de las adoratrices divinas, asumió el conjunto de estas tareas desde una particular perspectiva. Graciosa y elegante silueta, un gran tocado ceñido por una tela que imita la piel de un buitre, la serpiente uraeus erguida en la frente, un largo vestido ceñido, collar ancho y brazaletes: estos detalles caracterizaban a las adoratrices divinas que poseían la facultad de trabar todos los amuletos, es decir, de activar la magia del Estado, cuyos secretos ellas conocían. Las adoratrices divinas, esposas deAmón, no pronunciaban voto de castidad, pero, no obstante, tampoco tomaban esposo humano ni tenían hijos, con el fin de consagrarse exclusivamente al servicio de la divinidad. Sin estar recluidas, pasaban la mayor parte de su existencia en el interior del templo dedicado aAmón enKarnak, donde cotidianamente despertaban la potencia del dios y mantenían su presencia sobre la tierra. Vemos a la adoratriz divina con el brazo izquierdo apoyado en el hombro deAmón, dándole de este modo el espaldarazo mientras la adoratriz divina sostiene en su mano derecha el collar de resurrección y el signo jeroglífico de la vida. En una actitud de mayor intimidad, la adoratriz divina rodea con sus brazos aAmón para abrazarlo. Mientras, en otras escenas, su divino esposo le da a respirar la vida, la sacerdotisa toca la corona deAmón, participando de este modo de su origen celeste. Un pequeño grupo de terracota nos muestra incluso a una adoratriz divina sentada sobre las rodillas deAmón, expresando con ello la unión mística entre el dios y su gran sacerdotisa. Amón es quien corona a la adoratriz divina. Ésta se arrodilla, dándole la espalda;Amón le impone las manos, magnetizándola y comunicándole su fuerza. La sacerdotisa ejecuta el acto llamado dua, adorar, venerar, que caracteriza las oraciones de salud a la luz del alba, signo de la creación renovada. La toma de posesión de una adoratriz divina era una auténtica coronación, a la que asistían numerosos sacerdotes y cortesanos de alto rango. La adoratriz divina entraba en el templo guiada por un ritualista. El escriba del libro divino y nueve sacerdotes puros la cubrían de adornos, joyas y amuletos relacionados con su función. Se la proclamaba soberana de la totalidad del circuito celeste que recorría el disco solar. Por último se anunciaba la titularidad de aquella de la que se decía que dirigía la subsistencia de todos los seres vivos. Es correcto hablar de titularidad, dado que los nombres de las adoratrices divinas, como los de los faraones, se grababan en cartuchos. Formaban una dinastía y gozaban de privilegios reales, llevando títulos propios de reinas, como dotada de gran encanto, de amor dulce, etc. Su nombre de coronación era frecuentemente una ocasión de rendir homenaje a la diosaMut. La adoratriz divina se iniciaba en los misterios de su función a través del rito del ascenso real al templo conducida por su esposo divino,Amón. En el secreto de las salas interiores deKarnak recibía las enseñanzas relativas a la función cósmica del faraón. Por este motivo, igual que el señor de las Dos Tierras, la adoratriz divina poseía la facultad de consagrar monumentos, dirigir ritos de fundación, plantar los jalones que delimitaban el área sagrada, proceder al sacrificio de animales, consagrar las ofrendas y ofrecerMaat, la regla eterna, a sí misma. Por el hecho de recibir la realeza del doble país, la adoratriz divina podía ser representada en forma de esfinge, otro privilegio faraónico. Además estaba llamada a intervenir en el ritual de regeneración de la fiesta-sed, estrictamente reservado al faraón, destinada a vivificar la potencia mágica del rey, agotada al cabo de un cierto número de años de reinado. No obstante, algunas escenas nos muestran a las adoratrices divinas presidiendo el ritual de la fiesta-sed, caracterizada por la presencia de un doble pabellón, símbolo del Alto y el Bajo Egipto. También vemos a las grandes sacerdotisas practicando los ritos reales: dar cuatro vueltas por un espacio sagrado, disparar el arco sobre dianas repartidas por los cuatro puntos cardinales, atar los nudos de la energía creadora relacionada con las cuatro divinidades correspondientes a las direcciones del espacio. Sus años de reinado se inscriben en los del faraón reinante por lo que no se puede considerar a las adoratrices divinas como faraones; además no practicaban el conjunto de ritos reales, como, por ejemplo, la gran ofrenda al Nilo, destinada a propiciar una buena crecida. Tampoco edificaban grandes templos, sino capillas de pequeño tamaño, y esto sólo enTebas. Las grandes construcciones de la época etíope, en laXXV dinastía, que conoció el apogeo del poder de las adoratrices divinas, son obra exclusiva de los faraones. Por lo tanto conviene hablar de una realeza más espiritual que temporal, cuya irradiación quedaba limitada a la ciudad tebana. No obstante, las adoratrices divinas participaron de la eternidad estelar y solar de los faraones, y sus monumentos fúnebres, aunque poco estudiados, poseen un gran interés. Se puede mencionar sus capillas de Madinet Habu, en cuyas paredes se desarrolla un ritual revelado por unos textos aún poco estudiados; lo mismo ocurre con las capillas de Karnak dedicadas aOsiris, señor de la vida, a Osiris, de corazón de persea y a Osiris, regente de la eternidad. Esta última capilla es un excepcional edificio situado cerca de la gran puerta de Oriente y uno de los lugares más impresionantes deKarnak. El nombre completo del monumento es la gran puerta de la esposa del dios, la adoratriz divinaAmenardis, a la que veneran quienes han alcanzado el conocimiento en la morada de su padre,Osiris, regente de la eternidad. La adoratriz divina celebra en él su propia fiesta de regeneración, que le abre las puertas del más allá. Después de consagrar el edificio aOsiris, toca el sistro ante Amón-Ra, recibe deIsis el collar de resurrección, es coronada y realiza la ofrenda aMaat. Las adoratrices divinas disponían de servicios administrativos dirigidos por un gran intendente, un consejero allegado al faraón. Este gran intendente debía administrar una considerable cantidad de bienes, consistentes en metales preciosos, ropas y productos comestibles, sin contar los campos y el ganado. Los particulares podían consagrar sus estatuas a una adoratriz divina y pedir su protección. Se conoce el caso de estatuas en cuyos hombros hizo grabar el propietario el nombre del faraón y el de la adoratriz divina, manifestando con ello su apego a esta doble expresión de la realeza. Al menos, un texto jurídico prueba que se podía invocar la persona de la adoratriz divina como testigo sagrado de un acto legal. Una adoratriz divina aseguraba su sucesión mediante adopción. La elección se realizaba después de concertarla con el faraón reinante, quien proponía a una princesa miembro de su familia. A la titular se la llamaba madre y a la llamada a sucederla, hija. La madre educaba a la hija y le revelaba los secretos de la alta función que debería asumir. Las dos mujeres reinaban conjuntamente hasta el eclipse voluntario de la madre o su desaparición. En laÉpoca Ptolemaica, muchos siglos después de la muerte de la última adoratriz divina, este título todavía designaba a la sacerdotisa de Tebas, último vestigio de la dinastía femenina que había reinado en aquella gran ciudad. Maat-ka-re, la hija del faraónPsunemnes I (XXI dinastía ), fue la primera adoratriz divina. Ella inauguró una especie de dinastía de la que formaron parte doce mujeres. Al acceder a su cargo se produjo un cambio evidente en relación a las esposas del dios que la precedieron, pues el nombre de Maat-ka-re aparece grabado en un cartucho. Su sarcófago de madera fue descubierto en 1875 en el escondrijo de Deir el-Bahari. El rostro de la primera adoratriz divina está grabado en pan de oro y se la ve tocada con una peluca de largas mechas que ciñe una diadema con el uraeus, el cuerpo cubierto de símbolos y divinidades protectoras. El egiptólogo francés Daressy acertó al afirmar que esta hija del rey y de la gran esposa real había observado un celibato sagrado, casándose sólo con el diosAmón. Esta afirmación fue puesta en duda por su colegaMaspero, quien había constatado en el ataúd de Maat-ka-re la presencia de la momia de un bebé, lo que parecía probar que esta gran dama había muerto durante el parto. Sin embargo existía bastante información que certificaba la existencia de un gran intendente de esta adoratriz divina, de una administración y de una institución que exigía que la gran sacerdotisa no se desposara con ningún mortal ni tuviera hijos. El bebé de Maat-ka-re introducía dudas sobre lo que se tenía por seguro acerca de su función. La radiografía acudió en ayuda de la egiptología y restableció la verdad. Unos universitarios americanos demostraron que la molesta momia correspondía a un mono. La adoratriz divina no había querido separarse de su animal preferido para realizar el que sería su último viaje. Se sabe muy poco acerca de la segunda adoratriz divina, Henut-Tauy, que desempeñó el cargo durante la primera mitad del siglo X a.C. Sobre la tercera, Mehyt-uselet, que ofició durante la segunda mitad del mismo siglo, apenas se sabe nada. |
Por el contrario, Karomana, cuarta adoratriz divina y esposa del
faraónTakelotis II (XXII dinastía ), ha
adquirido cierta celebridad gracias a una estatuilla de bronce que la inmortaliza. En una carta
escrita el 17 de diciembre de 1829,Jean-François Champollion la
describe en estos términos: "Traigo al Louvre el bronce más bello descubierto en Egipto. Es una estatuilla... totalmente incrustada de oro, de la cabeza a los pies. Es una pequeña obra maestra desde el punto de vista artístico y una maravilla en cuanto a su ejecución. Estoy seguro de que besaréis las mejillas de la princesa, a pesar del óxido que la oculta un poco y que se manifiesta en forma de protuberancia entre sus hombros. Se trata de una pieza capital". Karomana, vestida con una túnica plisada, luce un gran collar y delicadas joyas; las grandes alas que envuelven la parte inferior de su cuerpo la convierten en una mujer-pájaro. La estatuilla tiene incrustaciones de oro, cobre y plata. Tanto los brazos como las manos, los pies y los pliegues del vestido están cubiertos de pan de oro, pues ésta era la materia de la que estaba hecha la carne de los dioses; La esposa del dios de las manos puras, la soberana de las Dos Tierras, la adoratriz divina de Amon, la dama de las dos coronas, Karomana, amada de Mut, la amada de Amon-Ra quedaba inmortalizada de este modo en su aspecto divino. |
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Una inscripción informa que fue el director del Tesoro y unos chambelanes quienes erigieron la estatua
de su soberana, Karomana, en el interior del templo de Karnak para que fuese objeto de piadosos homenajes.
La joven extiende sus brazos hacia delante y ejecuta el rito consistente en hacer zumbar dos sistros de
oro, que han desaparecido. Este tipo de estatuilla, que nos muestra a la adoratriz divina atrayendo
hacia la tierra la influencia benéfica de las divinidades, era sacada en procesión. La reputación de Karomana era tal que se construyó para ella una capilla fúnebre en el recinto del Rameseum, el templo deRamses II. A la quinta adoratriz divina, Kedemerut, de la que apenas se tienen referencias históricas, le sucedió Sapenupet I, hija del faraónOsorkon III (XXIII dinastía ). Su figura fue representada en la capilla de Osiris, regente de la eternidad, en Karnak. La capilla que le fue dedicada en Madinet Habu resultó destruida. Durante su reinado,Piankhy, padre del faraónShabaka (XXV dinastía ), llegó desde el lejano Sudán para restablecer el orden en Egipto y terminar con la división entre el norte y el sur.Piankhy, muy apegado a las antiguas tradiciones, veló por el restablecimiento de los cultos, el mantenimiento de su rigor y magnificencia característicos, y conservó la institución sagrada de las adoratrices divinas. Con la conformidad del nuevo faraón, Sapenupet I adoptó como hija espiritual aAmenardis, hija del rey etíopeKashta (XXV dinastía). En 1858,Aguste Mariette descubrió en Karnak una estatuilla en la que aparecía representada sobre las rodillas de Amon, en un estado de abandono amoroso que ilustraba la unión metafísica con el principio creador. Esta adoratriz divina dejó huellas de su actividad arquitectónica en el área de Karnak y Madinet Habu, donde se encuentra su capilla, que cuenta con una interesante bóveda de piedra. Las paredes están adornadas con numerosas escenas rituales. La capilla recibió en su tiempo abundante material fúnebre, entre el que destaca una mesa de ofrendas y estatuas de Osiris con su nombre. Amenardis participó en ritos de fundación y dirigió una corte que se hallaba bajo la responsabilidad del gran intendente Harwa, quien, en su condición de sacerdote de Anubis, organizó los funerales de Amenardis la anciana y su culto fúnebre. A partir de aproximadamente el año 700 a.C., y durante unos cincuenta años, la hija del conquistadorPiankhy, Sapenupet II, fue la octava adoratriz divina, que conoció el reinado de tres faraones. Algunos retratos la pintan como una africana de pómulos prominentes y caderas y piernas marcadas. Su reinado ejerció una poderosa influencia en la región tebana; fue jefa de obras de varias capillas fúnebres, en Karnak y en Medamud. Se la suele representar en solitario, lejos de la presencia del faraón, quien le había otorgado plena confianza en la administración de la región. Sapenupet II dirigió el culto y celebró una fiesta de regeneración, en el transcurso de la cual fue calificada de soberana del Doble País. En Madinet Habu hizo construir y decorar la capilla fúnebre de su madre Amenardis. Llegado el momento de elegir a su sucesora, adoptó a su sobrina Amenardis II, llamada la joven, hija del faraón etíopeTaharka (XXV dinastía). Sapenupet II ejercía su función cuando los etíopes abandonaron Egipto y vivió el inicio de laXXVI dinastía, que tuvo aPsamético I como primer faraón. Amenardis la joven, vivió a la sombra de su poderosa madre. La sucedió la hija del reyPsamético I, Nitokris I, llamada la mayor, que inaugura el período saíta, durante el cual los faraones originarios de la ciudad de Sais, situada en el Delta, adoptaron como modelo el Imperio Antiguo y rescataron los valores de la edad de oro, inspirándose sobre todo en los Textos de las Pirámides. ¿Fue éste el motivo por el cual esta mujer de fuerte personalidad adoptó el nombre de Nitokris, una reina-faraón de las lejanas épocas? La estela de adopción de Nitokris, erigida en Karnak, nos permite conocer las circunstancias del acontecimiento. En el año 9 del reinado de Psametico I, Nitokris abandonó la residencia real de Sais, la ciudad de la diosa Neith, a bordo de un barco oficial, y acompañada de una numerosa flotilla; y tomó la dirección de Tebas, adonde llegó al cabo de dieciséis días. Nitokris viajó desde el desembarcadero hasta el templo en una silla de manos nueva, chapada de oro y de plata. Sapenupet II recibió a la que iba a sucederle acompañada por numerosos signatarios y ritualistas. Previamente hubo que convencer aMontuemhat, el rico e influyente gobernador de Tebas, que se plegó a las exigencias del faraón y participó en las ceremonias de investidura. Cuando Sapenupet II hizo la donación ritual de todas sus posesiones a Nitokris, Tebas reconoció la autoridad del rey saíta. Al hacerse cargo de su función, la nueva adoratriz divina encarnaba la unión del norte y el sur, del Bajo y Alto Egipto. Su entronización era, en consecuencia, un acto político de primer orden destinado a recrear un reinado coherente y fuerte después de un período de sobresaltos. Nitokris restauró el palacio de las adoratrices divinas; se reconstruyeron los altares, el suelo de piedra y la cocina. Novecientas hectáreas, pertenecientes a siete provincias del Alto y cuatro del Bajo Egipto, conformaron su dominio. Cada día, el clero de Amon ofrecía al personal de la adoratriz divina ciento noventa kilos de pan, seis litros de vino, leche, verduras, pasteles, grano y hierbas. Cada mes, tres bueyes, cinco ocas, veinte jarras de cerveza y otros alimentos. En cuanto al gran intendente, se le comparaba al ka del rey; dicho de otro modo, debía aportar a la adoratriz divina la energía indispensable para que cumpliera con su tarea. Una admirable estatua de pizarra verde, de una altura de 96 cm, representa a la diosa Thueris, el hipopótamo hembra, de pie, provista de brazos y apoyada en el signo jeroglífico de la protección mágica; la obra se encontraba en el interior de un naos en piedra caliza, en el que había perforada una abertura a través de la cual la diosa miraba hacia el exterior. En ese naos figura Nitokris, que realiza la ofrenda del sistro a la diosa acompañada por la cofradía de las siete Hathor, a las que vemos tocando la pandereta. De este modo, Thueris y la adoratriz divina se hacían indisociables. Aproximadamente en el año 594 a.C., después de un largo reinado, la madre Nitokris la grande adoptó como hija a Ankhnes-neferibre. Le reveló los secretos de su función, le enseñó a gobernar y murió en el cuarto año del faraónApries (XXVI dinastía ), al cabo de nueve años de reinado conjunto con la undécima adoratriz divina. Ankhnes-neferibre, hija del reyPsametico II (XXVI dinastía), fue acogida en Tebas por Nitokris. Ésta le abrió las puertas de la morada de Amon y la condujo a presencia del dios oculto. Como faraón, Ankhnes-neferibre cumplió con el rito de la ascensión al templo. Fue coronada en el secreto del santuario, ataviada con las ropas y adornos rituales. Su titularidad la convertía en gran cantora, la que lleva flores, la que está al frente del linaje de Amon, y también en el primer profeta de Amon. Dicho de otro modo, Ankhnes-neferibre se hallaba a la cabeza de la jerarquía tebana y se convertía en la superiora de todos los sacerdotes de Karnak. El escriba del libro divino registró los detalles de la ceremonia, haciendo constar que la adoratriz divina, digna de todas las alabanzas, de amor dulce, reinaba sobre el circuito del disco solar. Para hacer manifiesta su alegría tocó los sistros y salmodió con su hermosa voz un canto sagrado. Ankhnes-neferibre asumió plenamente su función doce días después de la muerte de Nitokris la grande. Hizo construir una puerta de jubileo en Karnak-Norte, dos pequeñas capillas en la avenida que llevaba al templo de Ptah y una capilla de Osiris; fue el suyo un largo reinado que duró cerca de setenta años. Cuando sintió que sus fuerzas declinaban escogió como hija a Nitokris II, hija del faraónAmosis II (XXVI dinastía ), a la que transmitió su cargo de primer profeta de Amon. La duodécima adoratriz divina fue la última representante de este extraordinario linaje de grandes sacerdotisas. En el año 525, los persas invadieron Egipto y devastaron Tebas. De su jefe,Cambises II, se dice incluso que violó la tumba de Ankhnes-neferibre, en Deir el-Medina, y quemó su momia. Por suerte el sarcófago se salvó de la destrucción; la expedición francesa de 1832 lo encontró, pero los poderes públicos no lo juzgaron suficientemente interesante para comprarlo. Más perspicaces, los ingleses se apoderaron de esta obra maestra, que actualmente se halla expuesta en el Museo Británico de Londres. Está cubierto de textos de capital importancia que describen el destino espiritual de la adoratriz divina. Se ignora la suerte que los persas reservaron a la última adoratriz divina. Entre las riquezas arquitectónicas del gran templo de Madinet Habu, en la orilla oeste de Tebas, se cuentan las capillas de las adoratrices divinas. En uno de los dinteles puede leerse este llamamiento a los vivos: Seres vivos que estáis en la tierra y que pasáis por esta morada de la energía creadora (ka) que Sapenupet II construyó para su padre, el dios Anubis, que preside el pabellón divino, y que construyó asimismo para la adoratriz divina Amenardis, de la voz entonada; igual que amáis a vuestros hijos y quisierais que os sucediesen en vuestras funciones y conservasen vuestros hogares, estanques y canales, conforme a lo que se os deseó cuando los construisteis y vosotros mismos los cavasteis, igual que respiráis el dulce aire perfumado de la gran avenida y acompañáis al dios venerable, de gran poder, en cada una de sus magníficas procesiones; igual que celebráis las fiestas del gran dios que está en Madinat Habu y que vuestras esposas cumplen con los ritos de Hathor, soberana de Occidente, la que les permite traer varones y hembras sin enfermedades ni dolor, yo os ruego que pronunciéis la fórmula "Ofrenda que da el faraón". |